02 septiembre 2008

.Manos que surgen de las arenas.



En el tercer mes del año `92 del siglo pasado el chileno Mario Irarrázabal (1940) hacía surgir de las arenas del desierto de Atacama, al norte de su país. Situado a más de 1.100 metros de altura con respecto al nivel del mar nos encontramos hundido bajo la arena, como olvidado bajo los vientos que lo someten y lo sumerjen bajo el ardiente suelo. O una cálida mano que se extiende entre un lugar poco hospitalario para el ser humano; según se mire ¿no?.

Una bella estructura metálica, cubierta de cemento tallado con esmero por el escultor, que se eleva en un intento, quizás, de tocar el cielo; hasta los 11 metros de altura.


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No siendo la única obra escultórica de estas características, puesto que 10 años antes ya había construido en Uruguay, durante el Primer Encuentro Internacional de Escultura Moderna al Aire Libre de Punta del Este, su primera mano a esta escala.
Seis días en los que montó la estructura sobre la que depositar y moldear muchos kilos de cemento; mientras otros ocho artístas más creaban al tempo sus propias obras en Playa Brava.



Otro intento de Irarrázabal de que sus manos encuentren la libertad, en la fotografía superior izquierda, se encuentra en el parque Juan Carlos I en Madrid desde 1987. Siendo similar a la que se encuentra en Uruguay. Mientras que a la derecha tenemos la última obra, que desde 1995 tenemos de la mano (valga la rebundancia) de Mario, en Venecia. Gran obra del chileno.

Ordenando cronológicamente, y haciendo un repaso de tantos años a las 3 obras de la maquinaria que hace posible su obra, sus manos. He observado que poco a poco, muchos años le ha costado, pero esa mano que ansiaba libertad ha conseguido salir casi por completo ¿Conseguiremos que llegue a tener la libertad máxima? ¿O en cambio lograremos hacer que ni sus yemas puedan verse?





Fuentes: Flickr, Vivencias-Fiammeta, Disparaleatodo

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