Bajo nuestros sudorosos pies: calcetines, suelas de zapatos desgastados, aceras, varias niveles de alcantarillado, otros tantos de cálido transporte subterráneo, tres o cuatro capas más abajo, unas mas grandes, de cientos de metros. Y bajo esto existe un
fluido viscoso, a unas temperaturas tan grandes, que el contacto de nuestro cuerpo con él sería lo mas parecido al beso de una sofocante llama a una botella común de plástico.
El magma baila entre las placas tectónicas, pero gustoso de turismo a temperaturas mas agradables, aveces decide tomar
rumbo contrario a donde la gravedad le pide presencia, y sale a la superficie. Bruscamente. Quema, derrite y hace arder cualquier cosa que toque hasta que lentamente al contacto con el para él, frío oxígeno,
lo vuelve a convertir en roca. Cambiando el paisaje y en lava. Es entonces cuando nubes de gases procedente del lugar mas parecido a lo que sería el inframundo; vapor,
humo, emanan hasta el lugar del que cae agua.
Año dos mil once,
25 de mayo,
mientras en Barcelona Mossos golpean a gente pacífica sentada en una plaza, aeropuertos de Dinamarca, Alemania y Reino Unido nerviosos. Sus trabajadores y sus clientes. Los pasajeros esperan información. Ryanair que quiere volar. Otras compañías no. Hay quien tiene miedo y quien no. Al final del día:
500 vuelos cancelados. Y el causante esta gigantesca nube volcánica. Procedente de nuevo de Grimsvotn, Islandia, lugar donde últimamente parece que los grandes volcanes activos enseñan su furia,
como descontentos con lo que observan, como llega a nuestros ojos en este video de ese mismo día.
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